Autor: DAVID CAIÑA


 

 Dirección: GORKA MÍNGUEZ & DAVID CAIÑA


 Elenco: MARIBEL SALAS, GEMMA MARTÍNEZ,

GORKA MÍNGUEZ, LOREA INTXAUSTI y ALBAR CIRARDA


 Estreno: TEATRO ARRIAGA ANTZOKIA

 

 

 

 

Es Nochevieja.

 

Lucía y Celia, hermanas; Xabier, el marido de Celia; Pablo, el hijo de Lucía; y Uxue, su prima; todos celebran que hoy es el primer día del resto de sus vidas.

 

Pero esta celebración no es más que un trampantojo. Un paripé organizado para poder llevar a la abuela a la cama antes de que lleguen las campanadas de verdad.

 

Una vez la amona se ha dormido, todos pueden comportarse como realmente son. Y ahí es cuando empiezan los problemas.

 

 

FAKE

Fake es un anglicismo que se utiliza actualmente en el mundo digital para referirse a todo aquello que se muestra con la intención de parecer auténtico, pero es una falsificación o imitación de la realidad.

 

TRAMPANTOJO

Trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es.

 

 

Siguiendo una unidad de espacio y tiempo, en esta obra se retrata una situación bastante especial dentro de lo cotidiano: la celebración de entrada en un nuevo año. Pero lo que ocurre durante la cena no es cotidiano. Ni tampoco algo que se pueda celebrar.


En un momento dado entre la cena y las campanadas, Pablo va a abusar sexualmente de Uxue. En un momento dado entre la cena y las campanadas, todas las relaciones dentro de esta familia van a saltar por los aires.

 

Pablo no es el estereotipo de un violador. No es el ser violento y psicopático que acecha a sus víctimas en un callejón oscuro. La mayoría de violaciones se producen en el entorno familiar y no están cometidas por seres desquiciados y previsibles. Están cometidas por hombres (en su mayoría) que tienen que madres que les quieren, trabajos o estudios en los que pueden ser hasta exitosos, relaciones que podríamos calificar de normales. Pablo es el peor tipo de monstruo que existe. Uno que se disfraza de humano. Un verdadero trampantojo.

 

Esta es la historia de Lucía. Una madre que descubre que su hijo no es el angelito que ella pensaba y que tiene que sufrir un proceso violento y traumático para acabar asumiendo que en realidad no es más que un demonio. Esta es la historia de Celia. Siempre sometida, sintiéndose diminuta en comparación con los éxitos de su hermana, el relato de su conflicto interno para abandonar esta postura de sumisión.

 

Pese a partir de una estructura bastante tradicional, la historia relatada en “FAKE, Trampantojo” nos obligará a dar saltos temporales, romper la cronología, para entender qué situaciones nos han llevado hasta este punto de no retorno. Para conocer, si bien no las causas, que en este caso son incomprensibles, sí las consecuencias de un acto tan terrorífico y entender la postura con que cada uno de los miembros de esta familia se enfrenta al fatídico hecho.

 

El acto en sí nunca será escenificado y solo será retratado en parte. Esta no es solo una decisión basada en lo dramático, es una reflexión ética. Cualquier acto sexual cometido en contra de la voluntad de alguien es una violación. No nos interesa fomentar un debate en cuanto a qué es constitutivo de delito y qué no. Lo que nos interesa es fomentar un debate en cuanto a cuales son las líneas rojas que podemos observar a nuestro alrededor para prevenir estas acciones. Nos interesa ver hasta dónde puede llegar una madre por defender a su hijo, o por conservar esa visión idílica que tiene de él.

 

La verdad es una y es indiscutible, por mucho que la madre del agresor trate de debatirla. Es eso lo que nos interesa, la mentira. El peor tipo de mentira posible. La que nos contamos a nosotros mismos por no poder soportar la verdad.

 

Ésta es, también, una historia sobre las familias y las relaciones de poder que se establecen dentro de las mismas. Como ocultamos nuestra realidad a nuestros seres más queridos para evitar que dejen de serlo, como proyectamos a ojos de nuestros padres un Yo que nada tiene que ver con el que vive fuera de las cuatro paredes de una casa o dentro de nuestros pensamientos. Como asumimos roles de poder o de sumisión en función de nuestra personalidad o de la personalidad que los que nos rodean proyectan en nosotros.

 

Como paso previo al clímax veremos una escena en la que Lucía recibe una llamada de la academia de inglés donde estudia su hijo. Veremos como tiene la oportunidad de ver lo que está ocurriendo con él, como se plantea incluso enfrentarse a ese demonio que tiene por hijo...y como no se atreve a hacerlo. La pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo de sencillo es asumir que tu hijo es un monstruo?

 

La historia termina con la catarsis que acompaña inevitablemente a la tragedia. Tras haber defendido a su hijo y haber tratado de manipular a su hermana, Lucía, como Edipo, no tendrá más opción que arrancarse los ojos. Quitarse las gafas de la mentira que se ha estado contando a sí misma y asumir las consecuencias de conocer la verdad.

 

Vivimos en la época de las redes sociales. Todos intentamos crear una imagen perfecta de nosotros mismos para la envidia de nuestros desconocidos. Todos nos quejamos de que no somos más que trampantojos. Pero éste fenómeno no nace con las redes sociales. Dicho instrumento solo ha servido para que podamos extender aún más nuestra necesidad de control de nuestra imagen, pero debemos hacernos la siguiente pregunta. ¿En realidad, ha cambiado algo? ¿No hemos sido siempre así? ¿No hemos intentado siempre dar una visión de nosotros mismos que ocultase nuestras miserias y ensalzase nuestras virtudes?

 

Hay una frase sobre la mentira con la que nunca he estado de acuerdo:

 

 “La mentira tiene las patas muy cortas.”

 

Yo creo que la mentira tiene unas patas largas y oscuras, patas informes que dan verdadero miedo.

 

Sobre todo las mentiras como la que se plantea contar esta familia. Las mentiras que contamos para evitar consecuencias desagradables a nivel inmediato y que se acaban convirtiendo en cárceles de las que nunca podremos escapar. Las mentiras que acaban en un eterno invierno nuclear en el que lo que podría (o no) haberse convertido en perdón se ha transformado para siempre en silencio.

 

La mentira se ha convertido en nuestra condición.

 

Y lo peor de las mentiras es que, cuanto más las contamos, más nos convencemos a nosotros mismos de que no lo son.

 

Es la verdad la que se nos escapa.

 

Es la verdad la que tiene las patas muy cortas.

 

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