¡CÓMO LLEGAR BIEN A ESTO!
Por David Barbero | 18 agosto 2019
-La obra teatral que vi ayer, dentro de la programación de la Aste Nagusia de Bilbao, lleva el título de ‘¿Cómo hemos llegado hasta esto?’. La frase en una expresión popular usada habitualmente para indicar lo mal que se han hecho las cosas. Yo la he transformado en un intento de decir, desde el principio, que la valoración que saqué del espectáculo fue muy positiva.
-En primer lugar, hay que señalar que es prácticamente la única obra teatral de estreno absoluto en esta Semana Grande. Y, además, inaugura una programación estable en la sala cúpula del Teatro Campos Elíseos con producciones cercanas y de riesgo. Lo cual es muy de agradecer.
-La valoración positiva se basa en que me pareció una propuesta novedosa, interesante, trabajada, bien planteada en los diferentes aspectos de autoría, dirección, interpretación y hasta utilización de medios escénicos.
-Comenzando por los medios escénicos, a los que se suele prestar poca atención, son aquí utilizados como un elemento narrativo, útil e influyente en el desarrollo de la acción. Esos pequeños detalles suelen indicar la madurez de los proyectos.
-David Caiña es un autor emergente. Con este texto, da un salto cualitativo en su trayectoria. Es novedoso en muchos aspectos, atrevido, seguro, quizá hasta insolente en el buen sentido. Lo más destacado puede ser el manejo del planteamiento de las distintas situaciones de los personajes, los desdoblamientos, la rapidez de pasar de ser personaje a ser el propio intérprete, saltar desde la representación a la conversación con el público. Una buena muestra de hasta dónde se puede llegar en esa experimentación del texto teatral. Y sin alejarse del interés del público.
-La dirección la asume el autor con Gorka Mínguez, que además es intérprete, productor y programador. Para mí, tiene la habilidad y gran virtud de no hacerse notar, no pretender convertirse en protagonista, servir a que la obra fluya y a que los intérpretes puedan desarrollar su labor en profundidad.
-Los intérpretes son cuatro, quizá el número perfecto en una obra de teatro. Citaré primero a las damas: Maribel Salas y Gemma Martínez. Lo de damas puede parece un poco cursi. Pero he querido utilizar esa palabra como una expresión para indicar el reconocimiento profesional a su labor y a sus capacidades interpretativas. Mitxel Santamarina y Gorka Mínguez no les van a la zaga. Son cuatro interpretaciones sólidas, estudiadas, consolidadas. Dan la sensación de haber realizado una preparación muy detallista y meticulosa de la obra y de cada uno de los personajes.
-En conclusión, ‘¿Cómo hemos llegado a esto?’ es una propuesta teatral muy interesante y merecedora de la valoración especialmente positiva señalada al principio.
DE RIVALES A CÓMPLICES
Pedro Barea. El correo
Los autores de “¿Cómo hemos llegado a esto?” son David Caiña y Gorka Mínguez (que actúa en la obra). Mínguez fue director de “Catalin”, una rareza del siglo XVIII escrita por la autora vasca Rita de Barrenechea. No tocan de oído, que también. Son licenciados en la UPV, Publicidad y Bellas Artes, y esos saberes se traslucen en rasgos de su estilo. Han estrenado solos o a dúo trabajos para numerar ya con dos cifras: “Pretérito imperfecto”, “El yonki del dinero”, “Cómo vender la muerte”, “El chef”, …cosas del día a día, proximidad, humor, pero siempre con riesgo formal y narrativo. En “Pretérito imperfecto” Ramón le regalaba a Natalia un turbador viaje en el tiempo a su primera cita. Ahora, en “¿Cómo hemos llegado a esto?” cada personaje es intérprete y cronista de su relato ante el público. Experimento, teatralidad.
Elena, Alba y Emilio se preguntan “¿Cómo hemos llegado a esto?”, impotente resumen de un desamor y amor cruzados.
Eso sí se detiene el tiempo. Si el tiempo se mueve, es una historia conflictiva de simetrías asimétricas: Elena y Alba parecían grandes amigas, pero Alba ha enamorado al exmarido de Elena. ¿Cómo…?
Maribel Salas y Gemma Martínez son las actrices. Tampoco les falta equipaje. Se mueven, cambian de talante conforme se explica todo. Con soltura, con oficio. Maribel es un rostro capaz de dar en escena el registro de su derrota por partida doble, la de amistad y la del amor.
Gemma escucha y replica, por cierto, qué bien, con qué viveza.
Estan en escena en un bar al aire libre con otro joven resistente, Mitxel Santamarina, el afanoso camarero alarmado por los presagios de galerna que amenazan su chiringuito. La tormenta es real y más que nada, simbólica.
Se sale del teatro con sensación de deseo cumplido: ingenio, ligereza sin golpes bajos, complicidad, buen rato. Y cuatro nombres a tener en cuenta.
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